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Foto del escritorHector Labarta Brustenga

El síndrome de la Rana Hervida o el Burnout

¿Conoces el Síndrome de la Rana Hervida? Se usa para describir el fenómeno ocurrido ante un problema que es progresivamente tan lento que sus daños pueden percibirse a largo plazo o no percibirse. La falta de conciencia genera que no haya reacciones o que estas sean tan tardías que impidan evitar o revertir los daños que ya están hechos. El síndrome de la Rana Hervida proviene de 1888 cuando William Sedgwick publicó en su libro “Studies From the Biological Laboratory”.

William se percató de una realidad muy interesante de la naturaleza…

Cuando se pone una rana en una olla a 21º no hace nada, está a gusto, si vamos subiendo poco a poco la temperatura de la olla, la rana, en un esfuerzo por adaptarse al nuevo entorno acabará aturdida y a mayor temperatura mayor aturdimiento, lo que finalmente provocará su propia muerte.


Puede parecer algo irracional, de especies inferiores, poco perceptivas e inteligentes (cualquiera de las inteligencias de las que se precie) pero lamentablemente cada vez croa más fuerte la especie humana.


Hoy leía un artículo, lamentablemente uno de esos que te llegan y que sólo pueden contar realidades: “Buen rollo y mindfulness, el truquito de las empresas para disfrazar la explotación laboral” de Azucena Martín.


El cambio de paradigma, la transformación de las empresas, y el nuevo rol que desarrollan los diferentes departamentos laborales (incluso ese nuevo concepto del liderazgo) ha permitido redefinir muchos conceptos y políticas empresariales haciendo de la explotación laboral un modus operandi. Mientras nos azuzan y presionan mediante palabras dulces y caricias en el lomo, cual bueyes de carga, mientras nos miran las encías como caballos, o las ubres como vacas lecheras… van apareciendo conceptos como “burnout”, “ansiedad laboral”, “desconexión digital”, o nos vemos obligados a crear leyes que obliguen a contabilizar las horas (no tanto para el control del trabajador, sino para el control del empresario).

El nuevo rol no usa un látigo, usa sus mejoras palabras para obligarnos a seguir trabajando hasta la extenuación (y normalmente a un bajo precio). Ver a un trabajador motivado, acabar doblando sus funciones bajo mismo salario, como orgullo de la compañía y símbolo de implicación. O lo que es peor…Tener un buen trabajador al que se le va cargando con más y más responsabilidades hasta que finalmente ya no puede abarcar más ¡y todo al mismo precio!


Buscar entornos en los que, bajo el concepto de "dinámicos y jóvenes" se margina a personas mayores de 45 años, que por cierto fueron jueces y testigos de la nueva normalidad empresarial que les ha expulsado, pero vivían cegados por el brillo de la juventud. Todo ello con sueldos bajísimos, pero con amenazas de “quizás sea tu última oportunidad”.


Trabajar en entornos en los que reina el “proyecto” y no el horario, donde los tiempos cada vez son más irracionales y cortos (obligando a echar más horas para poder lograrlo, siempre con la promesa de echar unas buenas risas cuando todo pase…). El goteo incesante de horas extras, no cobradas, que realizan miles y miles de trabajadores en sus empresas o desde la comodidad de su hogar, por miedo a que se piense que no se es lo bastante productivo.


Empresas en los que se busca un networking que alargue la jornada con actividades fuera del trabajo (ya que no se potencia en horario laboral, es bueno llevarse bien pero fuera del trabajo). Salas con recreativas, tiradores de cerveza, zonas de desconexión, piscinas de bolas, toboganes, bailes etc. A costa de sacrificar un salario tan necesario para las personas, ya que seguimos siendo una especie caprichosa que tiene que adaptarse a los costes que nunca irán en línea con los salarios.


Llevamos unos años en los que nos van inculcando la “vocación” por encima de la cordura, la apariencia por encima del sentido común, y el posicionamiento por encima de vivir bien (ojo, no hablo de sobrevivir).


El consejo que vengo a proponeros hoy es: dejemos de intentar ser ranas, y empecemos a comportarnos como lo que somos, ya que el agua cada vez está más caliente, y si no saltamos de la olla a tiempo acabaremos hervidos o peor… El siguiente paso es dormir ya directamente en la oficina y de forma voluntaria (además que parezca que lo disfrutamos y que nos lo descuenten del sueldo).

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