Muchas personas, de diferentes ámbitos, entornos y categorías laborales, que actualmente están en búsqueda de empleo se encuentran que son descartados en procesos en los que a priori encajaban perfectamente por funciones y experiencia según se requería en el puesto ofertado o que al ser contratados descubren, al cabo de pocos meses, que no encajan en la compañía o que son despedidos por no cumplir con las “expectativas” del empleador.
Hoy vengo ha hablar de un concepto que algunos ya conocéis y otros todavía no; las Soft Skills o habilidades blandas y las Hard Skills o habilidades duras.
Las Hard Skills, son todas aquellas que provienen de un conocimiento adquirido mediante la experiencia o los estudios (ser capaz de operar un corazón, saber qué tipo de soldadura es la más adecuada, entender esa programación tan compleja y desarrollarla, hablar en un mandarín casi nativo, entender la mecánica de un coche, o conocer las leyes sobre la compra-venta de divisas). Este tipo de conocimientos nos permiten entrar en un tipo de mercado u otro, postular a un tipo de ofertas u otras y también a un tipo de posiciones u otras.
Difícilmente un mecánico de aviones experimentado, por buen profesional que sea, postularía a una posición de ingeniero informático o comercial de productos farmacéuticos, auditor de calidad o Director Financiero, si no dispone de conocimientos que le permitieran ser un candidato competitivo, incluso podría hasta perjudicarle curricularmente el acceder a posiciones tan alejadas de su trayectoria y entorno de confort.
El concepto de las Hard Skills queda bastante claro y normalmente no hay mucho debate (a pesar de que hay ciertas corrientes muy optimistas que abogan por la idea de que todo el mundo más o menos puede desarrollar diferentes roles sin un conocimiento ni experiencia previa).
El motivo del Título del artículo recae en la segunda definición, las Soft Skills, o habilidades blandas. Como se puede empezar a intuir por descarte, son todas aquellas que tienen que ver con la persona, con su forma de ser, de interactuar, de comunicarse, de organizarse, de reaccionar, etc.
Cada generación ha desarrollado habilidades tanto como colectivo (por su entorno social, cultural, político, económico, etc.) como de forma individual, y estas Soft Skills son las que nos hacen ser quienes somos como personas y a la vez que encajemos en un puesto o no.
A medida que ha ido transformándose el mercado también han ido variando el tipo de habilidades más demandadas, tal y como afirma la periodista Laura Roman, de Educación 3.0, a partir de un estudio realizado por el IEBS Business School donde se resaltan las 10 habilidades más apreciadas en el entorno laboral.
Resiliencia.
Pensamiento Crítico.
Compromiso.
Flexibilidad.
Trabajo en Equipo.
Mentalidad de Crecimiento.
Aprendizaje constante e independiente.
Creatividad.
Tomar Decisiones en Base a Datos.
Habilidades Digitales.
Por poner un ejemplo que nos aclare un poco este apartado,
Tenemos un profesional del sector industrial, un excelente profesional, el mejor profesional de su promoción, un especialista en ingeniería, pero se muestra autoritario, poco flexible, le cuesta delegar en otras personas, opta por un control directo hacia los equipos que gestiona, riguroso, perfeccionista, muy enfocado a negocio y resultados, etc.
Difícilmente podrá encajar en un entorno flexible, con equipos diseminados o incluso multiculturales, con proyectos de larga duración y timelines largos, en una compañía muy transversal y con poca estructura, con roles muy poco demarcados y metodologías Agile (otro día hablaremos de ellas).
Como he intentado explicar anteriormente, para muchos tipos de compañía, el mejor candidato no sólo es el que tiene más experiencia y mejor cualificación, o al menos no debería serlo. Muchos son los casos de compañías que se han dejado llevar por los títulos y experiencias, sin tener en cuenta las Soft Skills, y al cabo de 5 meses se han dado cuenta de que la persona que incorporaron no es el perfil que necesitaban, viéndose obligadas a volver a buscar de nuevo, debido a que no tuvieron en cuenta el encaje del perfil con la filosofía y rol a desempeñar dentro de la organización y de la misma manera, muchos son los candidatos que se han dejado llevar por el nombre de una compañía, por un rango salarial o por el “es la única oferta que tengo encima de la mesa” y después se han dado cuenta del error que han cometido.
Así pues, de cara al candidato, es muy importante tener claro el tipo de compañía a la que postulamos (multinacional, familiar, local, Pyme, etc.), qué estructura tiene (muy vertical, muy transversal, con funciones muy marcadas, a quién deberíamos reportar, etc.), el tipo de equipo que vamos a dirigir o vamos a formar parte (teletrabajan, presencialismo, interdepartamental, departamentos muy herméticos, etc.).
No debemos quedarnos sólo con la oferta publicada y ver si la experiencia y los requisitos encajan, siempre deberíamos ir más allá y ver si nuestras habilidades encajan con la compañía y viceversa (hablar con gente de la compañía, incluso ex trabajadores o en la entrevista), para ver si en 5 meses o 2 años habremos realizado una decisión correcta, o si habría sido mejor esperar un poco más a encontrar esa posición deseada.
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